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En la puerta se dirigió a los niños.




Todos para su casa dijo -. Al que entre lo saco a correazos.

Puso la tranca y se dirigió directamente a la cocina. Su mujer salió asfixiándose del dormitorio.

Se lo llevaron a la fuerza, gritó. Les dije que el gallo no saldría de esta casa mientras yo estuviera viva. El coronel amarró el gallo al soporte de la hornilla. Cambió el agua al tarro perseguido por la voz frenética de la mujer.

Dijeron que se lo llevarían por encima de nuestros cadáveres -dijo-. Dijeron que el gallo no era nuestro sino de todo el pueblo.

Sólo cuando terminó con el gallo el coronel se enfrentó al rostro trastornado de su mujer. Descubrió sin asombro que no le producía remordimiento ni compasión.

Hicieron bien, dijo calmadamente. Y luego, registrándose los bolsillos, agregó con una especie de insondable dulzura:

El gallo no se vende.

Ella lo siguió hasta el dormitorio. Lo sintió completamente humano, pero inasible, como si lo estuviera viendo en la pantalla de un cine. El coronel extrajo del ropero un rollo de billetes, lo juntó al que tenía en los bolsillos, contó el total y lo guardó en el ropero.

Ahí hay veintinueve pesos para devolvérselos a mi compadre Sabas dijo -. El resto se le paga cuando venga la pensión.

Y si no viene - preguntó la mujer.

Vendrá.

Pero si no viene.

Pues entonces no se le paga.

 

Encontró los zapatos nuevos debajo de la cama ( ). Volvió al armario por la caja de cartón ( ), limpió la suela con un trapo ( ) y metió los zapatos en la caja, como los llevó su esposa el domingo en la noche ( ). Ella no se movió ( ).

-Los zapatos se devuelven ( ) - dijo el coronel -. Son trece pesos más para mi compadre.

-No los reciben ( ) - dijo ella.

-Tienen que recibirlos ( ) - replicó el coronel -. Sólo me los he puesto dos veces ( ).

-Los turcos no entienden de esas cosas ( ) - dijo la mujer.

-Tienen que entender.

-Y si no entienden.

-Pues entonces que no entiendan.

Se acostaron sin comer ( ). El coronel esperó a que su esposa terminara el rosario ( ) para apagar la lámpara (). Pero no pudo dormir ( ). Oyó las campanas ( ) de la censura cinematográfica, y casi en seguida - tres horas después - el toque de queda ( - 3 - ). La pedregosa respiración ( ) de la mujer se hizo angustiosa con el aire helado de la madrugada ( ). El coronel tenía aún los ojos abiertos ( ) cuando ella habló con una voz reposada, conciliatoria ( ).

-Estás despierto ( ).

-Sí.

-Trata de entrar en razón ( = ) - dijo la mujer -. Habla mañana con mi compadre Sabas ( ).

-No viene hasta el lunes ( ).

-Mejor - dijo la mujer -. Así tendrás tres días para recapacitar ( ; recapacitar , ).

-No hay nada que recapacitar ( ) dijo el coronel.

 

Encontró los zapatos nuevos debajo de la cama. Volvió al armario por la caja de cartón, limpió la suela con un trapo y metió los zapatos en la caja, como los llevó su esposa el domingo en la noche. Ella no se movió.





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